Entrevista a Tom Harris, activista por la liberación animal y autor de «Your Neighbour Kills Puppies»

A principios de la década de los 2000, una campaña organizada por activistas de base, estuvo a punto de tumbar a HLS (Huntingdon Life Sciences), que en aquél momento era el mayor laboratorio por contrato de Europa.

SHAC (Stop Huntingdon Life Sciences), que así se llamó la campaña, no quería mejoras en las condiciones de vida de los animales encerrados en el laboratorio, ni pedía jaulas más grandes, lo único que querían era que la empresa cerrase sus puertas para siempre. La campaña se extendió poco a poco por todo el mundo y cientos de activistas protestaron frente a las casas de directivos de HLS, hicieron que los proveedores del laboratorio dejasen de trabajar con ellos, consiguieron que les cerrasen cuentas bancarias y, en definitiva, pusieron a HLS contra las cuerdas. Tanto, que el estado decidió no dejar caer al gigante de la experimentación animal. Apoyó económicamente a la empresa y lanzó una brutal oleada represiva en Reino Unido y Estados Unidos contra decenas de activistas que habían participado en la campaña.

Hace unos meses se publicaba el libro “Your Neighbour Kills Puppies”, escrito por Tom Harris y publicado por Pluto Press.  Tom, que participó activamente en SHAC, hace un exhaustivo repaso de la campaña desde dentro, desde sus inicios hasta su abrupto final. Es un libro imprescindible para toda aquella persona interesada en la historia del movimiento por la liberación animal y, más concretamente, para todas aquellas personas interesadas en la historia de la lucha contra la experimentación animal.

Tras leer el libro, decidimos enviarle unas preguntas a Tom que, esperamos, os resulten interesantes.

Por favor, preséntate y dinos por qué sentiste la necesidad de escribir “Your neighbour kills puppies”. En tu opinión, ¿cómo de importante es conocer el pasado de nuestro movimiento para poder mejorar el presente?

Soy Tom Harris y llevo participando en el movimiento de liberación animal desde hace 25 años. Junto a mi pareja Nicci, fui fundador de Southern Animal Rights Coalition en 2003, y organizamos campañas de presión y de acción directa no violenta para cerrar un laboratorio de investigación militar en el que usaban a cabras en experimentos de inmersión profunda. A todas las cabras se les encontró un hogar seguro. También cerramos un criadero de perros, donde los criaban en jaulas y encontramos hogares para los perros. También cerramos varias granjas avícolas intensivas. Además, ayudé a coordinar la campaña SHAC (Stop Huntingdon Animal Cruelty) para cerrar el mayor laboratorio de experimentación más grande Europa, Huntingdon Life Sciences (HLS).

A través de SHAC, desarrollamos un modelo de campaña de presión tan efectivo que HLS se vio forzada a montar su propia lavandería, su propio crematorio, sus conducciones de gas, su empresa de catering y su propia empresa de transportes. Por primera (y única) vez en la historia de Reino Unido, el gobierno británico proveyó de servicios bancarios y de seguros a una empresa privada. La industria farmacéutica amenazó con abandonar el país y desencadenar una recesión, por lo que el Estado decidió que teníamos que ser silenciades. El gobierno no paraba de cambiar leyes e introducir otras nuevas para pillarnos, hasta que el 1 de mayo de 2007, 700 agentes de policía detuvieron a más de 30 activistas de SHAC en una serie de redadas a primera hora de la mañana. El Estado celebró una serie de juicios mediáticos que se saldaron con dieciocho de nosotres enviades a prisión con penas que sumaban un total de aproximadamente 80 años.

En sus propias palabras, el gobierno de Reino Unido trataba de “erradicar” nuestro movimiento y, para hacerlo, necesitaban convencer al público “amante de los animales” (que, como poco, se sentía incómodo con la vivisección) de que era aceptable sacar a rastras de sus camas a adolescentes y pensionistas y arrojarles a la cárcel. Para hacerlo, fabricaron una gran mentira. Crearon una conspiración tan débil en la que se suponía que éramos responsables de toda acción que cualquier persona hubiese realizado durante los 14 años que duró la campaña. Nos retrataron como los malos de la película y al laboratorio, que había roto la ley cientos de veces y estaba condenado por la violencia que empleaba contra los animales, como los héroes. En este relato, por supuesto, las víctimas no humanas fueron completamente olvidadas.

Y ese era el único relato público que existía antes de que yo escribiese “Your Neighbour Kills Puppies”. Esta historia es mi vida y no podía permitir que la luz de gas y las mentiras que usaron para condenar a mis amigues y a mí, fuese nuestro legado. Entrevisté a unas 50 personas, desde activistas hasta periodistas, policías y espías, para sacar a la luz la verdad. Recopilé cientos de artículos periodísticos, documentales, boletines y recortes de periódico. Rellené decenas de peticiones de Libertad de Información para, por primera vez, poder contar desde dentro la historia completa de la campaña SHAC. Y resultó ser una historia incluso más reseñable de lo que yo nunca habría imaginado.

Pero no solo quería preservar nuestra verdad. Esta campaña se llevó adelante durante catorce años de sangre, sudor y lágrimas. Probamos e intentamos incontables estrategias y tácticas y construimos un modelo de campaña que se podría usar para cerrar cualquier empresa, cambiar cualquier industria, o acabar con cualquier práctica detestable. SHAC inspiró a multitud de campañas, incluyendo Palestine Action. Este es un libro que todo activista debería leer para inspirarse y aprender de nuestros éxitos y nuestros fracasos. El mayor cumplido que podría recibir vino de parte de Richard Barnard, de Palestine Action, que declaró que “este libro debería ser peligroso”.

Y, por supuesto, quería sobre todo poner el foco de nuevo en una industria que se sirve del secretismo y el oscurantismo. Un sector que solo teme al escrutinio. Miles de animales, solos y olvidados, son torturados hasta la muerte en laboratorios de todo el mundo. Quería recordarle a la gente que todo lo que hay entre esos animales y el imaginable sufrimiento que padecen, somos nosotres. Y todo lo que hay entre ellos y nosotres son nuestras mentes. No los alambres de espino, las alarmas, los agentes de seguridad o la policía, sólo nuestro valor para actuar.

Aprender de nuestro pasado es esencial para construir un mañana mejor. No podemos seguir corriendo en círculos, intentando hacer las mismas cosas una y otra vez. Debemos estudiar y aplicar lo que aprendamos de nuestro movimiento y de todas las luchas sociales para llegar a ser tan efectives y poderoses como sea posible. Y también necesitamos explorar de quién más podemos aprender. ¿Cómo es posible que los clubs de fútbol movilicen a decenas de cientos de personas? ¿Cómo consiguen los magnates construir emporios internacionales? ¿Cómo hay gente capaz de infiltrarse en un banco y vaciar las cajas fuertes? Si la gente puede hacer todo eso por simple avaricia, seguro que nosotres podemos hacer lo mismo o más para conseguir justicia y un mundo mejor.

Crecí leyendo boletines del Grupo de Apoyo al ALF y la revista Arkangel, que se habían escrito años antes de que yo hubiese nacido. Esas publicaciones me inspiraron y cambiaron el curso de mi vida. Espero que este libro tenga un impacto similar en las nuevas generaciones.

-¿Cuáles son las principales lecciones que podemos aprender de SHAC?

La mayor lección que podemos aprender de SHAC es que un grupo de personas con determinación tiene el poder de sacudir el mundo. Un pequeño grupo de amigues con escasos recursos, pero con mucho corazón pueden hacer llorar a millonarios y conseguir que industrias multinacionales besen la lona. Eso demuestra todo lo que podemos conseguir si nos empoderamos.

Aparte de eso, depende de todes nosotres decidir qué conclusiones podemos sacar de los éxitos y los fracasos de SHAC para poder aplicarlos a nuestro activismo.

-Tras el golpe represivo contra las activistas de SHAC, la lucha contra la vivisección cayó en una especie de parón durante años, pero ahora algunas campañas a nivel internacional se están centrando de nuevo en los criaderos de animales y los laboratorios. ¿Por qué crees que está ocurriendo en este momento en particular?

En Reino Unido, el gobierno intentó deliberadamente “eliminar” el movimiento anti-vivisección. Y fueron muy efectivos. A muchas nos mandaron a la cárcel para mantenernos callades y el resto del movimiento se encogió de miedo. Pero muches de nosotres, en el fondo, estábamos decidides a volver a encender esa llama en el público y en nuestro movimiento. Activistas veteranas fueron las que sacaron imágenes del interior de MBR Acres, el criadero de perros de Cambridgeshire que cría 2.000 perros al año para la industria inglesa de experimentación. La mayoría de la gente de Reino Unido conoce un perro y sienten con ellos una conexión más profunda que con otros animales. Les vemos soñar y sentirse emocionados, asustados, alegres y tristes. Los perros en los laboratorios son una puerta de entrada natural al activismo anti-vivisección y al movimiento de liberación animal. Esas imágenes hicieron que Beth y Polly creasen Camp Beagle y, desde ese momento, ha sido muy emocionante ver cómo este movimiento crecía de nuevo.

Y, para mí, aun han sido más emocionantes las liberaciones de perros de MBR por parte de activistas de Animal Rising, la aparición de 269 Libération Animale y otros grupos, y la creación de la campaña contra los proveedores de MBR. En solo unos meses, esta campaña de presión ha causado que MBR Acres e Impex, su empresa de transportes, pierdan más de 15 proveedores. La industria está de nuevo contra las cuerdas y depende de todes nosotres asestarle el golpe final. Si queremos, podemos conseguir el fin de la experimentación animal.

-Puede que esté equivocado, pero creo que una de las razones por las que SHAC se extendió tanto a nivel internacional fue por la sensación de estar consiguiendo el objetivo, algo no muy habitual en nuestro movimiento. ¿Cómo podemos luchar contra la frustración de no conseguir resultados y seguir peleando sin sentirnos “quemades”?

SHAC estuvo activo en cada continente habitado de la tierra, en 27 países, y una de las principales razones para que eso ocurriese es que estábamos ganando la batalla. Desde el minuto uno, decidimos que no solo íbamos a protestar contra HLS, sino que íbamos a conseguir que cerrasen. Y lo decíamos en serio. Nada es más inspirador que ser inspirador, y cuando la gente nos vio tirar para adelante y derrocar a esas grandes empresas: JP Morgan, Marsh, NatWest, Stephens Inc, Roche… querían ser parte de nuestro éxito.

Y esa inspiración se extendió también a nuestras tácticas. La mayoría de las protestas de SHAC estaban organizadas y llevadas a cabo por individualidades y una red de grupos locales autónomos. Cuando en el boletín o la web de SHAC aparecía un nuevo tipo de acción excitante, efectiva o innovadora, creaba una sana competitividad en la que otros grupos querían ser quienes consiguiesen el siguiente gran éxito. Si mi grupo de Bournemouth veía que el grupo de Liverpool se encadenaba a algún sitio, nosotres escalábamos al tejado de alguna empresa o entrábamos en tromba en una oficina en nuestra siguiente protesta. Y cuando aparecían grupos de SHAC en países de todo el mundo, ese tipo de actitud también se extendió allí.

No estábamos preparados a negociar, ni a pedir cambios o entregarle nuestra voluntad a nadie. Éramos nosotres contra el mundo y estábamos ganando. Todo el mundo quería ser parte de aquello.

La mejor manera de combatir la frustración que produce no obtener resultados es obteniendo resultados. Y, para mí, la forma más adecuada para ello es a través de las campañas de presión. Hace algunos años, la campaña para cerrar las granjas de carne de T&S Rabbits en Reino Unido llevaba tres años en marcha, llevando a cabo acciones diversas, valientes e inteligentes, incluyendo varias liberaciones. Después de tres años, cambiaron el rumbo hacia una campaña de presión específica y estratégica. La empresa cerró un par de semanas después. Camp Beagle lleva unos tres años protestando frente a MBR Acres, el criadero de cachorros para la industria de la experimentación británica. Hace tres meses se lanzó la campaña de presión contra los proveedores de MBR y, en ese momento, MBR perdió más de 15 proveedores, incluyendo sus proveedores de lechos y de gas, así como las empresas que recogían los residuos líquidos, tanto humanos como caninos. En mi ciudad, hemos lanzado una campaña de presión para cerrar el oceanário, y todo el mundo está motivado e inspirado por el ímpetu y los éxitos de la campaña.

Estas victorias son esenciales para evitar el “queme”. Y es importante permitir a la gente encontrar y llenar su espacio en nuestro movimiento. Todes tenemos habilidades diferentes que aportar o de las que aprender. El activismo debería ser divertido, lo cual significará algo diferente para cada une de nosotres. Esperar que la gente actúe de la misma forma controlada semana tras semana llevará a que se quemen. Pero permitir que se empoderen y exploren diferentes tácticas y estrategias creará comunidad y prevendrá el “queme”.

-Tú y muchas otras personas tuvisteis que afrontar la represión y el acoso por parte del Estado. Habiendo vivido esa experiencia, ¿qué les dirías a aquellas personas que siguen pensando que la policía y el Estado ayudarán a los animales?

Básicamente, lo que tenemos que hacer es entender que la actual naturaleza de nuestro Estado y del gobierno es proteger al capital y consolidar el poder. La policía es el brazo militarizado del Estado. Si protestas frente a una empresa, independientemente de lo que hagan, la policía va a asumir siempre que tú eres el que está en el lado equivocado y te tratarán en consecuencia. Incluso si la empresa está rompiendo la ley de forma activa (como en el caso de HLS), la policía siempre “se encargará” de la protesta pacífica que se esté haciendo enfrente, en lugar de ocuparse de las malas prácticas que se están llevando a cabo de puertas para dentro. Les activistes no beneficiamos a la economía y, por tanto, somos el enemigo.

Dicho esto, este es el sistema en el que vivimos y para obtener éxito rápido, debemos entenderlo y usarlo en nuestro propio beneficio. La experimentación animal, por ejemplo, solo terminará a través de decisiones políticas. Podemos y debemos rescatar tantos animales y cerrar tantas empresas como nos sea posible, sin embargo, mientras haya grandes cantidades de dinero en juego, solo criminalizar esos negocios será lo que termine con ellos. Entonces, ¿dónde deberíamos hacer presión para forzar esos cambios? ¿Cómo podemos usar el sistema para acabar con esas prácticas? En Reino Unido se prohibieron las granjas peleteras después de que el ALF hiciese que dicha industria fuese tan poco rentable y estresante que los peleteros le suplicaron al gobierno que las prohibiesen para que les diesen a cambio una cuantiosa compensación económica que les permitiese prejubilarse y liberarse de ese estrés. Si somos inteligentes, podemos usar nuestras acciones para cambiar la opinión pública, debilitar a las industrias y forzar cambios políticos.

Y hasta que nos aseguremos de esos cambios políticos, seguiremos cerrando centros de opresión nosotres mismes hasta que no quede nada más que polvo.

Tom Harris

Artista, autor, activista.

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